Jesús Faría

Articulos

  • La guerra vs. la paz

    El decreto ejecutivo del Gobierno estadounidense constituye una declaración de guerra contra la patria. En la antesala de una guerra, la primera víctima siempre es la verdad. Sobre la base de las más absurdas infamias, se justifica este acto agresivo del imperialismo.

    Además de ello, su cinismo no tiene límite. Los EEUU son ejemplo vivo de lo que se nos acusa. No existe un régimen más corrupto que el de EEUU, que le ha entregado el manejo de la política y del Estado como un todo al capital financiero. También es el régimen más represivo, pisoteando criminalmente los derechos humanos a lo largo del todo el planeta.

    Ese imperialismo ha cometido las peores tropelías a lo largo de su historia. Sin embargo, quienes encabezan la oposición en nuestro país evaden de la manera más vergonzosa la responsabilidad de defender la integridad nacional. Son las fichas del imperio, la quinta columna para la agresión. Queda demostrado que solo el chavismo garantiza la soberanía y, con ello, el desarrollo del país.

    ¿Por qué nos agreden? El propósito es chantajearnos para revertir un proyecto que ha iniciado transformaciones anticapitalistas y avanza en los cambios antiimperialistas en la región latinoamericana.
    Los gringos tienen la pretensión de invadirnos desde hace mucho tiempo, pero no lo han podido perpetrar.

    Tenemos en nuestras manos las fuerzas que garantizan la soberanía y la paz: la unión cívico-militar, un pueblo unido y con alto espíritu patriótico, un líder como Nicolás Maduro, la unidad de las fuerzas populares, una gran vanguardia política en el PSUV, un gobierno digno, un importantísimo apoyo internacional…

    Esas fuerzas desplegadas son el disuasivo fundamental contra la agresión imperial.

  • Guerra Sucia.

    Uno de los mayores desafíos de una Revolución consiste en superar los ataques surgidos de la contrarrevolución. Las revoluciones se confrontan siempre con estrategias desestabilizadoras y golpistas, que van desde ataques diplomáticos y políticos, pasando por guerras económicas, hasta llegar a intervenciones militares.

    Nosotros enfrentamos una intensa estrategia desestabilizadora, que pretende minar las bases de nuestra Revolución. Una manifestación de ella son los episodios nauseabundos de la guerra sucia.

    Estas campañas son elaboradas en sofisticados laboratorios de guerra sucia, manejados desde el exterior y apuntalados por agencias de inteligencia como la CIA, cuya tarea fundamental es la desestabilización y derrocamiento de gobiernos “enemigos” a través de operaciones encubiertas.

    El más reciente episodio apunta al descrédito más infame en contra de un líder fundamental de la Revolución, como lo es el camarada Diosdado Cabello. Este ataque busca su linchamiento moral y, además, la destrucción de las instituciones del Estado revolucionario.

    Este ataque tiene como propósito, igualmente, la desmoralización del pueblo y mancillar la imagen de nuestra Revolución en lo interno, pero principalmente en el exterior. Nuestro Estado debe ser proyectado como un Estado fallido que, en medio de una profunda crisis económica fomentada por el sabotaje petrolero y la guerra de precios promovida por EEUU con fines geopolíticos, así como la ejecución de ataques terroristas estimulados por las guarimbas, justificaría una intervención militar. La guerra psicológica juega un papel vital en esta estrategia.

    La respuesta de la Revolución no puede ser otra que la movilización popular y la ofensiva política, ideológica y comunicacional