Jesús Faría

Articulos

3.Ago.2015 / 09:49 am / Haga un comentario

Los controles se aplican para superar contingencias coyunturales, para intervenir sobre distorsiones estructurales o para combatir
ambas situaciones simultáneamente.

El control de cambios en nuestro país es un ejemplo muy claro de ello. Su justificación fue detener la fuga de capitales provocada en un contexto de creciente tensión política, que condujo al golpe de Estado en contra del comandante Hugo Chávez, y de sabotaje petrolero. Asimismo, era improbable superar esa coyuntura en el contexto de una economía parasitaria, rentista y con elevadísima dependencia del exterior, como la nuestra.

En estos momentos el control de cambio es la respuesta a un adverso escenario económico y político, interno y externo: desplome de los ingresos petroleros, agudización de las contradicciones políticas,
agotamiento del rentismo.Ahora bien, la necesidad de controles implica igualmente la existencia de mecanismo que garanticen su eficiencia.

Los controles deben ir adecuándose a las condiciones imperantes. Si su diseño conduce a rezagos, en este caso, de la tasa de cambio, esto traerá problemas cada vez más graves. Por otra parte, si los controles promueven la corrupción, por su diseño y/o por sus distorsiones, se hacen incompatibles con un plan económico de desarrollo. Finalmente, los controles deben garantizar el acceso de las empresas, en este caso, a las divisas, de lo contrario se transforma en una traba insalvable para la economía.

Una regla esencial de los controles consiste en su revisión permanente para garantizar su eficiencia. La fortaleza institucional es vital para ello, sobre todo en medio de una mentalidad parasitaria, que ha fundamentado el desempeño del sector empresarial y de la burocracia corrompida del viejo Estado burgués.

 

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