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La primera gran confrontación de los trabajadores venezolanos contra el imperialismo se produjo durante la histórica huelga petrolera de 1936. Además de reivindicaciones materiales, el proletariado petrolero se enfrentaba en contra de la voracidad imperial de las corporaciones petroleras, entre ellas la Standard Oil Company de Rockefeller, antecesora de la Exxon Mobil.
Otro momento culminante lo constituye el 23 de enero de 1958 y la resistencia contra el puntofijismo. Se derrocó la dictadura perezjimenista, soportada por los intereses petroleros imperialistas.
El régimen que sustituyó aquella dictadura inmunda, fue la continuación del saqueo transnacional de nuestro petróleo. Fueron precisamente esos intereses los que ahogaron en sangre y los peores sufrimientos al movimiento popular, especialmente en las décadas de los 60 y los 90.
Otros capítulos cruciales tienen lugar durante el golpe petrolero contra el Cmte. Chávez, el sabotaje de nuestra industria petrolera y la salida de la Exxon Mobil de la Faja. Por cierto, después de ello solicitó de manera arrogante indemnización por US$ 12 millardos, saldándose esa cuenta al final con US$ 900 millones.
En esta ocasión, la Exxon encuentra a un gobierno débil, como el de Guyana, y lo utiliza como títere de sus intereses. Es la vieja política de la guerra para debilitar a Estados nacionales, para justificar la intervención.
Como recientemente en Irak y Libia, están detrás de nuestras reservas petroleras, las mayores del planeta, pero además sueñan con aplastar la Revolución Bolivariana, símbolo de los cambios anticapitalistas en el mundo, y resquebrajar la integración bolivariana, que frena los planes hegemónicos de los EE.UU en la región.
Una vez más, el imperialismo y la Exxon Mobil se doblegarán frente a nuestra revolución.