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En 15 años de Gobierno bolivariano se han evidenciado con dramática claridad los rasgos terroristas de las fuerzas contrarrevolucionarias que pretenden frenar nuestro rumbo antimperialista. El terror es uno de los ex-pedientes preferidos de los esfuerzos restauradores.
El empleo de métodos criminales para desestabilizar y luego derrocar a gobiernos revolucionarios incluye asesinatos, magnicidios, destrucciones de infraestructura económica y social, actos de violencia contra estructuras del Estado, ataques contra la economía nacional, guerra psicológica a través de los medios de comunicación; todo ello con el fin de crear crisis política, conmoción psicológica y caos social.
Como se ha podido comprobar, la CIA ha desplegado métodos de guerra encubierta muy sofisticados para intervenir en otras naciones y destruir el orden social en aquellas declaradas como enemigas de la obsesión imperialista de los EEUU. Su financiamiento y dirección es crucial para la activación de estas estrategias criminales.
No nos cabe la menor duda de que la CIA se encuentra detrás de cada uno de los planes desestabilizadores ejecutados y derrotados en nuestro país, así como también de los últimos propósitos develados de grupos terroristas.
La fórmula persigue el objetivo de crear condiciones con el propósito inmediato de incendiar el país para derrocar al Gobierno o, en su defecto, impedir el restablecimiento de la normalidad económica, de tal manera que se estimule un descalabro electoral de la Revolución en las elecciones parlamentarias capaz de impulsarun golpe institucional. La contrarrevolución está viva, no podemos relajar nuestros mecanismos de defensa.