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La economía constituye el soporte de la vida social. De ella depende el desarrollo de la sociedad, su estabilidad, el bienestar… Por su complejidad, una economía industrializada, moderna, productiva, articulada al mundo en función de intereses nacionales y regionales, dirigida por los trabajadores… es tarea del mediano y largo plazo.
No podemos esperar la construcción de esa economía para superar problemas actuales tan graves como alta inflación, desabastecimiento y el peligro de la recesión. De los múltiples diagnósticos realizados se desprenden tareas prácticas tanto para el sector privado como para el sector público.
Dentro de ellas destaca la asignación de divisas. En una economía dependiente, adicta a las divisas, ese tema es vital. Sin esas divisas se asfixia la economía y, por lo tanto, convulsiona la vida social.
Suspender la asignación de divisas a sectores caracterizados por su parasitismo sería correcto, si existiera otra alternativa para reactivar la producción. Lamentablemente, aún no la tenemos, por lo que estamos sujetos a esa realidad.
Por otra parte, después de más de 10 meses de guerra económica y problemas de desabastecimiento, estamos obligados a explorar vías para garantizar las importaciones que aseguren alimentos, medicina e insumo para la industria.
En el manejo de la economía se requiere de mucha fortaleza en los principios, pero también arraigo en la realidad. Se acelera la asignación eficiente de divisas (no confundir eficiencia con suspensión) o vamos derecho a una profunda y peligrosísima recesión.
El tema económico constituye la clave del éxito de la política revolucionaria.