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Se reanima el antagonismo entre las políticas de liberación e integración y las de sumisión a intereses imperiales, iniciado con la traición de Santander al proyecto bolivariano de la Patria Grande latinoamericana y caribeña.
Aquí se inscribe la decisión infame del Presidente colombiano de recibir al líder fascista de la derecha venezolana. Esto no solo va a perturbar el dialogo entre el gobierno colombiano y las FARC, sino que tiene como claro propósito alterar el clima de paz y desarrollo en nuestro país.
En esto incidió el odio de la oligarquía neogranadina contra El Libertador, el Comandante Chávez y la revolución bolivariana, así como la instrucción de la Casa Blanca a través del Vicepresidente estadounidense Joe Biden, en “casual” visita a Bogotá días antes de la agresión diplomática.
Asimismo, se observa el despliegue de la derecha venezolana, estimulada por el Departamento de Estado, en busca del apoyo de la oligarquía latinoamericana. Es vergonzoso el afán de sembrar la mentira sobre nuestro país y la intriga que altere la unidad y amistad entre nuestros pueblos y gobiernos, labradas con tanto esfuerzo.
La derrota del ALCA en el 2005 fue un golpe duro para el expansionismo imperial, pero sabíamos que no cesarían en su esfuerzo de institucionalizar el colonialismo en la región. La ofensiva imperialista contra la integración bolivariana contempla igualmente la creación de un bloque económico del pacífico, fundamentado en la doctrina del libre comercio.
Sin embargo, en 8 años las fuerzas revolucionarias se han fortalecido extraordinariamente y los volveremos a derrotar.