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Las fronteras inciden de manera determinante, positiva o negativamente, en el devenir de los Estados nacionales. Con el tiempo las fronteras han sufrido cambios importantes en cuanto a su significado. Por ejemplo, en la época feudal era símbolo del fraccionamiento territorial impuesto por la voracidad parasitaria de los Señores feudales.
En contraste, la globalización ha suprimido restricciones en el movimiento de las mercancías (dentro del creciente y des-igual comercio internacional dominado por poderosas corporaciones) y de capitales (estimulado por un insaciable propósito especulativo). Sin embargo, no todo es liberalización, los movimientos migratorios del sur al norte son reprimidos.
Desde nuestra perspectiva bolivariana, se impone la necesidad de integración y, por lo tanto, la supresión progresiva de muchas restricciones fronterizas. No obstante, este proceso se instrumenta de manera contradictoria en razón de la incidencia de factores imperiales y oligárquicos.
En el caso de la frontera colombo-venezolana, las últimas décadas han sido focos de tensiones y violencia. La guerra civil, la infiltración de paramilitares, la promoción del narcotráfico y, ahora, el masivo contrabando de extracción y las políticas golpistas han sido terriblemente perniciosos.
Las recientes medidas anunciadas en esa frontera a lo largo del estado Táchira, constituyen una necesidad impostergable. A nuestro juicio, debe ampliarse a toda la frontera con Colombia y de manera indefinida.
Un balance de los daños y beneficios de esa frontera impone abiertamente los daños para nuestro país. Esas medidas responden a los intereses de paz en la región y estabilidad del país.