Jesús Faría

Articulos

  • ¿ Obama o Romney ?

    Por tratarse del imperio más poderoso de la historia, las elecciones del presidente de los EE.UU. tienen una importancia crucial para los pueblos del mundo.

    Con toda seguridad se registrará una alta abstención, mayor a 40%, como tradicionalmente ocurre en esa nación, lo que revela altos niveles de desencanto de la población en relación con el sistema político imperante.

    La falta de legitimación popular de los mandatarios estadounidenses constituye un rasgo esencial de la democracia burguesa decadente en medio de la crisis capitalista.

    En contraste a la escasa movilización de la población, se ha producido una intensa activación de los factores determinantes de esa plutocracia, en la que se impone la voluntad de Wall Street, el complejo militarindustrial, las corporaciones petroleras y el lobby sionistas, entre otros.

    Aunque el desenlace –reñido, de acuerdo con las encuetas– no cambiará la esencia imperialista de ese Estado, lo cual quedó plenamente demostrado en el debate televisado sobre la política exterior, en el que no hubo mayores diferencias en cuanto a su carácter expansionista y guerrerista, es evidente que existen matices que estamos obligados a observar.

    Si comparamos las acciones de los gobiernos de Bush y Obama, para no remontarnos a la actuación de Republicanos y Demócratas en las últimas décadas, se constata en Obama mayor cautela y escrúpulos, más sensatez en algunas decisiones…

    Sin querer magnificar los matices, estos juegan un papel muy importante en el análisis político, sobre todo cuando no hay otra alternativa en la sociedad estadounidense, por ahora.

  • Revolución, crítica y autocrítica

    Durante las luchas revolucionarias se cometen errores. Esto puede ocurrir en el análisis de la coyuntura, en el diseño de la política, en la ejecución del  programa de lucha…

    ¿Cuál es la actitud de los revolucionarios ante los errores?

    La crítica y la autocrítica son poderosas herramientas para corregirlos y retomar el avance en las luchas.

    Estas tienen que ser objetivas, para ubicar correctamente las causas de los errores, así como para  lograr el mayor equilibrio. Deben fundamentarse en la realidad. Además de las causas, para ser instrumentos verdaderamente eficientes deben buscar soluciones. Solo así se convierte en una fuerza motriz para el desarrollo.

    Los revolucionarios y las organizaciones revolucionarias demuestran su grado de madurez y conciencia a partir de su postura hacia el ejercicio de la crítica, pero en mayor medida de la autocrítica, es decir, del reconocimiento de los errores propios.

    Imbuidos en contradicciones de diversa naturaleza y dimensiones, conviviendo con lo viejo y viciado, estamos expuestos a errores. En nada ayudan la soberbia y arrogancia.

    La crítica y autocrítica deben cultivarse en un clima profundamente democrático, de lo contrario serán espasmódicas y parciales, en casos hasta una moda.

    Contrario a lo que algunos piensan, al analizar errores y debilidades sin ningún tipo de prejuicios, evidenciamos fortalezas. Ocultarlos o evadirlos sería un suicidio.

    La búsqueda de soluciones para superar las situaciones adversas, después de una crítica y autocrítica sincera y transparente, eleva nuestra autoridad moral entre las masas y nos permite educarlas.