Jesús Faría

Articulos

  • Especulación y Contrarrevolución

    En las últimas semanas, los presupuestos de las familias venezolanas se han resentido por los efectos de la especulación.

     En primer lugar, hay que recordar que nuestra economía viene desplegando ese rasgo desde hace décadas. Es esa una expresión de un capitalismo dependiente y rentista, en el cual la clase empresarial, fundamentalmente los grandes empresarios, imponen la lógica de las ganancias fáciles, elevadísimas, sin inversión y a cortísimo plazo.

     Para ello incrementan los precios de manera inescrupulosa, lo cual se traduce en amplísimos márgenes de ganancias. Se calcula que las tasas de ganancias de los empresarios venezolanos se encuentran entre las mayores del mundo. Esto se ha traducido en jugosísimas fortunas concentradas en pocas manos.

     El remarcaje de precios y el acaparamiento son dos prácticas muy comunes para saquear los ingresos de los trabajadores. En el pasado, esas prácticas eran permitidas y estimuladas por un Estado de un abierto corte burgués.

     Con la Revolución Bolivariana se han instrumentado medidas que han reducido el flagelo de la especulación y lo seguirán restringiendo. Estas medidas pasan por la creación de leyes y sus respectivas instituciones, que sancionan de manera severa la práctica especulativa.En estos mecanismos de control participa crecientemente el pueblo organizado.

    Asimismo, se hace un gran esfuerzo por elevar la producción, especialmente de alimentos, a los fines de romper los monopolios y las roscas.

     No podemos fallar en este frente, de la lucha contra la especulación dependen la alimentación del pueblo y la estabilidad social y política de la nación.

  • Dialogo y Conspiración.

    El comandante Chávez siempre ha presentado la posibilidad del diálogo como forma de convivencia con la oposición. Sería un aporte importante para el desarrollo de la democracia venezolana contar con una oposición capaz de presentar propuestas serias y desarrollar sus posiciones en una forma sincera, que pudiera ofrecer un fundamento para la confianza.

     Sin embargo, a los fines de ser considerados seriamente para el diálogo hay que tener autoridad moral, además de disposición, elementos ausentes por completo en “nuestra” oposición. Esta aspira a ser definida como democrática, aferrándose a la muletilla del consenso en su discurso político, cuando en realidad se trata de una fuerza esencialmente conspiradora. En 14 años de Revolución no ha cesado en su intento de salir del Comandante por la vía inconstitucional (golpe de Estado, sabotaje petrolero, paros patronales e injerencia externa).

     Ahora privilegian el golpe institucional, pretendiendo refrendarlo por la AN y el TSJ. En su condición de lacayos del imperialismo, siguen al pie de la letra el guión aplicado más recientemente en Paraguay.

     La extensión de este plan fallido consiste en promover la ingobernabilidad, que se traduzca en un movimiento insurreccional apuntalado desde el exterior. Ese plan también lo conocemos y la oposición, especie de servidumbre imperial, aspira a aplicarlo con rigurosidad.

     Dos cosas lucen evidentes. Primero, la oposición no usa el diálogo, sino la conspiración como método para relacionarse con el Gobierno revolucionario. Segundo, no duden que la contrarrevolución nos encontrará en la calle, en plena ofensiva revolucionaria.