Jesús Faría

Articulos

13.Ene.2015 / 12:44 pm / Haga un comentario

Nuestra economía tiene un carácter petrolero muy arraigado,  conformado desde los años 40 del siglo pasado. Dos indicadores revelan de manera muy ilustrativa esta dependencia: a) más del 95% de las divisas que ingresan al país provienen de las exportaciones petroleras; b) más del 75% de todos los ingresos del Estado tienen su origen en el negocio petrolero.

Esta condición nos hace muy vulnerables ante el movimiento de los precios petroleros en los mercados internacionales. Cuando éstos aumentan, vivimos coyunturas de opulencia, pero al descender se genera una grave perturbación. Se trata de ciclos de alzas y bajas de los precios petroleros, cuya dinámica escapan de las decisiones y del control del gobierno nacional.

El dramático desplome de los precios petroleros, que ocurre en la actualidad, va a generar impactos importantes en el desempeño de la economía. Tanto las compras en el exterior, como el gasto público, entre otras cosas, se tendrán que adecuar a nuevas condiciones y dimensiones.

Para un gobierno socialista, esto implica mayores exigencias en la planificación del desarrollo, en el establecimiento de las prioridades, en la búsqueda de mayor eficiencia, en el aumento del rendimiento del empleo de los recursos, en la lucha contra la corrupción y derroche…

Hay dos consideraciones finales. Por una parte, podremos recortar cualquier tipo de gasto, menos los recursos destinados al área social. Esos son sagrados para un gobierno socialista. Por otra parte, tendremos que arrancar en el desarrollo de un modelo económico productivo que nos libere de la dependencia petrolera. Estos son retos enormes, que solo pueden ser superados por una revolución.

 

 

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