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Como “año terrible” fue definido en la historia el fatídico 1814, cuando en medio de divisiones y peleas internas en el seno de las fuerzas patriotas, además de graves errores políticos, se perdió la Segunda República.
Ese año estuvo signado por grandes actos de heroísmo de los patriotas, pero también por dramáticas derrotas militares de nuestras tropas, así como por orgias sangrientas, que sembraron el terror en la población civil. Con Boves al frente, aquella bestia sanguinaria que dirigía a las tropas realistas, se cometieron los peores crímenes, escudándose de la manera más perversa en consignas de libertad de esclavos y hombres pobres.
Después del trágico fallecimiento del Cmte. Chávez y las durísimas pruebas del 2013, cerramos ese año con una extraordinaria victoria en las elecciones municipales. Pensamos que se cerraba una fase de desestabilización y terror político. Sin embargo, el 2014 fue un año de ataque neofascista, descarada injerencia imperialista, arremetida comunicacional, guerra económica… El propósito develado consistía en el derrocamiento del gobierno revolucionario. Fue un año de enormes desafíos y grandes dificultades.
Doscientos años después hacemos un balance del 2014, concluyendo en que se trató de un año terrible, aunque con diferente desenlace. La intención golpista no prospero, las fuerzas revolucionarias, a diferencia del “año terrible”, se mantuvieron unidas en torno al Pdte. Nicolás Maduro, desarrollaron con coherencia política el legado programático del Cmte. Chávez, aprovecharon sólidas alianzas internacionales… El cierre del difícil año 2014 es el punto de partida para el arranque económico y la victoria política en las parlamentarias en el 2015.