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Por lo general, las clases sociales manifiestan sus intereses y sus estrategias a través de políticas proyectadas mediante sus partidos políticos y otras estructuras. En momentos de definiciones políticas se aviva el debate en relación a los diferentes problemas y asuntos de la sociedad.
Un caso elocuente es Brasil, donde en elecciones cruciales la derecha ha asumido su programa neoliberal, en tanto que las fuerzas dirigidas por Dilma y Lula han expresado los intereses de un conglomerado de sectores sociales, donde destacan los intereses del pueblo trabajador.
En Venezuela no ocurre eso. La derecha no asiste al debate con un programa propio, a pasar de que cuenta con uno muy bien definido sustentado en el neoliberalismo. Sus discursos y opiniones se basan en críticas y objeciones, la mayoría de ellas en el campo de la demagogia, pero existe una ausencia notoria en materia de propuesta. Al calor del debate, en el contraste directo con las posiciones de la revolución, es que asoma tímidamente su rostro el verdadero propósito de la burguesía.
La causa de esa postura es muy clara. La dolorosa huella del neoliberalismo aún está frescasen la memoria de nuestro pueblo. Ubicarse abiertamente en un programa neoliberal tendría un costo devastador, lo cual se agudiza a la luz de la gigantesca obra social de la Revolución Bolivariana,impulsada por la inversión de la renta petrolera en función de los intereses del pueblo.
La derecha seguirá haciendo política sobre la base de la mentira y la demagogia. La tarea nuestra es desenmascararla.