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La respuesta inicial de la revolución a la guerra económica fue la inspección, fiscalización y control. Los resultados fueron altamente positivos. Se revertieron graves tendencias especulativas, el pueblo respaldo ampliamente las medidas adoptadas, se alcanzó una victoria estratégica el pasado 8/D…
Ahora bien, la nueva fase de la ofensiva debe impedir un rebrote de la usura domada en noviembre y diciembre. Se trata de un sistema en movimiento que, ante la primera oportunidad, volverá a desplegarse. Ante eso, se debe institucionalizar un mecanismo masivo de inspección y control, eficiente y permanentemente.
Otro elemento fundamental es el desabastecimiento. Se hace indispensable evitar una situación de desabastecimiento ocasionada por la negativa de producir y comercializar de parte de especuladores(que no son pocos), por omisiones y errores gubernamentales o por ambas causas. Esto sería una derrota moral y política para la revolución. Pero, mucho más allá de esas medidas, es absolutamente necesario desplegar una estrategia que apunte a las raíces estructurales del problema.
Una economía parasitaria, especulativa, rentista, dependiente del imperialismo, las ineficiencia gubernamentales, estarán reproduciendo permanentemente estos flagelos, que golpean al pueblo trabajador, además de ser un obstáculo para el desarrollo hacia el socialismo.
La tarea consiste en elevar la productividad y la eficiencia, desplegar un nuevo modelo de desarrollo basado en lo productivo y lo social en principios socialistas. Sobre el Gobierno revolucionario, la clase obrera y su partido de vanguardia recaen enormes responsabilidades.