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El dialogo es un principio de la democracia revolucionaria, que venía cultivando el comandante Chávez pese a numerosos obstáculos. Uno de los momentos más dramáticos de nuestra revolución, después del golpe de Estado del 2002, en evidente flagrancia de los sediciosos, el comandante Chávez no apeló a sanciones, convocó a un diálogo.
Esta nueva fase del dialogo, iniciada por el presidente Maduro, es el resultado de la histórica victoria popular del 8/D, la cual ha operado como disuasión en los planes aventureros de desestabilización política de la oposición.
Acá también se aprecia la división profunda en el seno de la MUD. La trilogía fascista aparece aferrada a los atajos anticonstitucionales, en tanto que otros factores manejan un discurso aparentemente sincero. Solo los hechos podrán confirmar la sinceridad de sus palabras.
Por otra parte, este dialogo es la consecuencia de un gobierno fuerte, con un piso político sólido, con fuerzas políticas y sociales unidas, que lo respaldan sin ambigüedades, con importantes alianzas y reconocimiento internacional.
Con el dialogo, la revolución busca la paz, esencia misma de la sociedad socialista que buscamos construir. A “nuestros” extremistas, les adelantamos que no estamos arreando banderas, como lo aclaró el presidente Maduro, sino que nos mantenemos firmes en nuestras convicciones socialistas.
Igualmente, el dialogo es un esfuerzo en la búsqueda de seguir estabilizando políticamente el país. Este es un patrimonio esencial de cualquier gobierno. Buscamos condiciones óptimas para llevar a cabo nuestro programa histórico, que se conjuga en la liberación nacional y el socialismo.