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En relación al encuentro sostenido entre el Presidente obrero, Nicolás Maduro, y el paladín de la burguesía local, Lorenzo Mendoza, se han producido dudas acerca de la firmeza revolucionaria de nuestro gobierno.
Lenin decía que el marxismo es “el análisis concreto de situaciones concretas”. La política revolucionaria se sustenta en realidades, de lo contrario corre el riesgo de naufragar al radicalismo o la rendición.
En dos puntos, la situación del país plantea lo siguiente:
a) Hay un gobierno legal y legítimo, el de Nicolás Maduro, reconocido por la inmensa mayoría del país y del planeta. Este reconocimiento inequívoco del capitán de la burguesía criolla representa una especie de patada en las bolas a la derecha fascista.
b) Estamos en medio de una guerra económica continuada, con agudización extrema en el 2002, la cual debemos neutralizar urgentemente. Esto lo derrotaremos, en lo estratégico, cuando dispongamos de un aparato productivo y un sector socialista sólidos. Mientras tanto, tenemos que convivir con esta economía rentista-capitalista y avanzar en su transformación.
Acaso podemos afirmar que después de la citación del burgués a Miraflores, la revolución entregó alguno de sus principios o el gobierno quedó debilitado, porque obligamos a la Polar a deslindarse de la guerra económica. Confundir esa contundente manifestación de autoridad del gobierno revolucionario con un síntoma de debilidad, es una desconocimiento de las realidades.
Por último, todo lo que contribuya a estabilizar la situación del país y, por lo tanto, a estimular el desarrollo de nuestro gobierno, es parte de la política revolucionaria.