Jesús Faría

Articulos

6.Dic.2012 / 09:49 am / Haga un comentario

El pasado 2 de diciembre se cumplieron 10 años del inicio del sabotaje petrolero. La contrarrevolución le lanzaba un nuevo zarpazo al pueblo venezolano, después del fracasado golpe de Estado de abril.

 Una primera lección: no haber aniquilado el foco de conspiración en el seno de laprincipal industria del país, cuando fueron derrotados en abril, permitió que galopara una nueva crisis.

 Aquel intento por estrangular financieramente al país obedeció al eterno conflicto en torno al control energético y al reparto de la renta petrolera, que se modificó con las nuevas estructuras de poder de la Revolución. El poder nunca ha sido un fin en sí mismo, siempre ha constituido un instrumento para imponer intereses y captar recursos en función de estos.

 Durante el siglo XX, la renta se empleó en beneficio del capital transnacional y local, en tanto que el petróleo como fuente energética era una ficha de la geopolítica imperial estadounidense. No fueron pocos los esfuerzos a lo largo de la historia para revertir esta situación.

 Sin embargo, fue la Revolución Bolivariana la que dio un viraje radical a esta forma de hacer política con nuestra principal riqueza. Nuestra estrategia de independencia petrolera permitió recuperar los precios del petróleo, ponerlos bajo el control del Estado, ahora dirigido por fuerzas socialistas y un líder de la talla del comandante Chávez, e invertirlos en función de las necesidades de la patria.

El control de la fuente energética y la repartición de la renta fue el detonante de aquella crisis y será por siempre la causa fundamental de las tensiones y agresiones imperiales contra nuestra Revolución.

 

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